La Hermandad
de Caballeros Voluntarios de la Cruz a los
navarros y resto de españoles sobre el monumento de Navarra a
sus muertos en la Cruzada
No quiere el Señor la muerte del impío,
sino que se convierta y viva (Ez 33,11)
Este mes de noviembre, que la
Iglesia Católica dedica a las benditas almas del Purgatorio, y que se inicia
con la festividad de Todos los Santos, honrando especialmente a los anónimos,
es quizá el momento propicio para alzar la voz tras la última sucesión de
atropellos cometidos contra el honor y la memoria de los muertos.
Para aquellos que lo desconozcan,
la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz fue erigida canónicamente en
diciembre de 1939 por el obispo de Pamplona Don Marcelino Olaechea Loizaga, con
un fin único en esencia, pero dual en ejercicio: conservar el espíritu
religioso que animó a los navarros que mayoritariamente se unieron al
Alzamiento de 1936, y mantener vivo el sacrificio de una generación por la defensa
de los santos ideales de Dios y de la Patria, elevando oraciones por sus almas.
Su primera sede fue el monasterio de Irache, trasladándose, en 1959, al Monumento
de Navarra a sus Muertos en la Cruzada (nombre original, actualmente conocido
por Monumento a los Caídos). Y para satisfacer ese fin es que nos pronunciamos
con este escrito.
El Monumento fue erigido como
mausoleo, como tributo y recuerdo tangible del sacrificio y contribución
navarras. En palabras de Rafael Casas de la Vega en su obra La guerra de
España. El requeté: «en toda Navarra los soldados debieron ser unos 24.000; los
falangistas alrededor de unos 6.000, y los requetés, 13.000, con un total
general muy próximo a los 43.000, lo que supone la incorporación de un 12,42 %
de los navarros, de los que el 5,49 % se alistarán voluntariamente en las
milicias y el 6,93 % en el Ejército. Los navarros muertos en combate tuvieron
que ser del orden de los 4.700» (consta, además, que muchos de los voluntarios
carlistas del Requeté fueron encuadrados en filas de Falange para equilibrar
los cuerpos de voluntarios, pues la presencia de Falange en Navarra era
marginal). Según cifras oficiales publicadas por la Jefatura Provincial del Movimiento
de Navarra en 1951 en el libro 1936-1939. Caídos por Dios y por España.
Navarra, 4.545 navarros figuran nominalmente en el registro y fueron consignados
uno a uno por pueblos, ordenados alfabéticamente, en placas instaladas en el
interior del edificio; en su Cripta fueron enterrados los restos mortales de
los generales Sanjurjo y Mola, y de seis representantes por las cinco
merindades (divisiones territoriales) de Navarra que destacaron por alguna
virtud o sacrifico particular. De un total de 341.580 navarros, murieron
aproximadamente el 1,4 % directamente en el campo de batalla; las cifras no
parecen muy espectaculares así expuestas, pero teniendo en cuenta que habría
entonces unos 170.000 hombres, de los que unos 61.000 estarían en edad militar generosa
(18 a 45 años), restando los inválidos o aquellos que podían acogerse a alguna
exención, hablamos de que aproximadamente el 71 % de los varones navarros en
edad militar combatió en el frente.
Con el advenimiento del régimen
constitucional de 1978, e incluso en los años finales del franquismo, ya se
alzaron voces críticas contra el Monumento desde distintos sectores de la sociedad
navarra, fundamentalmente socialistas y marxistas, no sólo como reacción al
periodo de la dictadura, sino (y esto se ha visto con la perspectiva de la
evolución posterior del debate) como enmienda y negación de los principios de
la Cruzada de 1936-1939. Unos principios que, muy lejos de venir impuestos
desde una «cúpula militar», jalonaban la vida pública y privada de Navarra en
particular, y de España en general, desde tiempos antiguos, y que forman parte
del carácter y tradición de estas tierras; unos principios que se defendieron
cuando fueron atacados, bien desde fuera con la guerra de la Convención en 1793
o la invasión napoleónica de 1808, o bien desde dentro con la revolución
liberal de 1820-1823, la cuestión dinástica de 1833 (y las dos siguientes guerras
carlistas) y con el terror antirreligioso, sectario y marxista que culminó en
la guerra de 1936.
Porque fue esto, y no otros
motivos, lo que encendió el corazón y la voluntad de decenas de miles de
navarros para unirse como voluntarios al Alzamiento, reacción de legítima
defensa y de amor por aquello que veían ultrajado, amenazado y profanado: el
honor de Jesucristo y su Iglesia, y la identidad de España, elementos
íntimamente entrelazados. Se quiso destruir a la Iglesia y la libertad de la
Religión, arrancar los fundamentos de la civilización y provocar la revolución
internacional que sumiría a España en el terror rojo. Y esto es lo que, en
estos nuestros tiempos memorialistas, no se quiere recordar, se pretende
olvidar, o se intenta desfigurar: que son los abuelos, padres y tíos de los que
hoy detentan el poder y las tribunas de opinión los que, de forma ampliamente
mayoritaria, tomaron las armas bajo la bandera de Cristo Rey para librar a
España del error que, en esencia y principios, ahora abrazan ellos de nuevo.
Así pues, no deja de ser irónica la ignorancia, ideologización e impiedad de
esta generación.
El Monumento, durante el régimen constitucional,
vivió tiempos de cierta calma, abrigado por una sociología navarra con
reminiscencias tradicionales, aunque herida de muerte y en incipiente
descomposición. El arzobispo Don Fernando Sebastián Aguilar desacralizó y donó
el Monumento al Ayuntamiento de Pamplona en 1997-1998 para su mantenimiento,
con unas claras condiciones para su uso, según figura en el acuerdo de donación,
principalmente como sala de exposiciones y edificio con fines culturales «a
tono con la naturaleza y origen de la edificación, cuidando el donatario de
mantener en el interior del edificio el orden y debido respeto a la Cripta». Además,
el Arzobispado se reservaba el usufructo «a perpetuidad» de dicha Cripta
mientras el edificio se mantuviese en pie, como también del arquerío lateral
izquierdo, que conecta con la parroquia de Cristo Rey. Tras este movimiento en apariencia
inocente, las «resignificaciones» por parte del consistorio en poder de UPN no
tardaron en llegar, y después de una obra de restauración general, se cubrieron
tanto las inscripciones exteriores y el nombre del edificio, como sobre todo
las inscripciones interiores con el nombre de los 4.545 navarros que dieron su
vida en defensa de la Religión (con la anuencia del Arzobispado, pues esta
posibilidad la recogía explícitamente el acuerdo de donación).
Andando el tiempo, la hostilidad hacia
este noble edificio se acrecentó, y durante el primer mandato (2015-2019) del alcalde
de EH Bildu Joseba Asirón, sucedieron tres hechos significativos:
§ Primero, en 2015 tuvo lugar una exposición absolutamente blasfema y
repugnante, de triste memoria, en la que 248 Formas Consagradas, supuestamente
sustraídas de diferentes iglesias, formaban en el suelo la palabra «pederastia»
(nadie tuvo la idea de cuestionar si esta «exposición» estaba o no «a tono» con
la naturaleza del Monumento).
§ Segundo, en 2016 se impuso la exhumación de los restos mortales de
Sanjurjo, Mola y los voluntarios de las cinco merindades, todos custodiados en
la Cripta según se indicó anteriormente (nótese que sucedió tres años antes de
la del general Franco). En esta ocasión, Don Francisco Pérez González,
arzobispo entonces de Pamplona y Tudela, interpuso inicialmente unas
alegaciones en contra de las exhumaciones, sosteniendo la causa también varias
familias de los allí enterrados.
§ Tales alegaciones fueron finalmente retiradas, otorgándose el permiso eclesiástico
para las exhumaciones por motivos hasta ahora todavía desconocidos, a pesar de
la pública oposición de la familia del general Sanjurjo, entre otras.
§ Y tercero, se inició un movimiento de agitación política promovido desde
medios de comunicación y asociaciones afines ideológicamente, y también desde organismos
oficiales de las instituciones navarras, con el fin de fomentar un ambiente
propicio para la «resignificación total» o derribo del Monumento desde perspectivas
de confrontación y clásica dialéctica revanchista. Se abrió un Concurso de Ideas
con el objetivo de que se presentasen propuestas de transformación del Monumento
y el entorno en 2019, tras unas «jornadas de reflexión» en 2018.
Aquellas
maniobras no dieron el fruto esperado entonces, pues al agotarse su legislatura
perdió las elecciones en favor de Enrique Maya, candidato de Navarra Suma
(coalición de PP, UPN y Cs) y no pudo culminarlas; además, el concurso fue
paralizado por el Tribunal Administrativo de Navarra. Tras este intermezzo en
el Ayuntamiento, en 2023 Joseba Asirón recuperó la alcaldía con una maniobra
parlamentaria en la que participó el PSOE presentando una moción de censura
contra la alcaldesa de UPN (que había ganado las elecciones de ese año). No tardó
en recuperar su hoja de ruta anterior y lo que será su leitmotiv durante la
presente legislatura: la ofensiva final contra el Monumento. Se reanudó el
debate y agitación popular de la primera legislatura desde el primer momento, y
recientemente se han sucedido diferentes medidas parlamentarias con el fin de,
ahora sí, certificar las siguientes estaciones del Via Crucis del edificio en
este ejemplo del martirio de los templos:
§ El 20 de noviembre de 2024 (fecha casual) se ratifica un acuerdo entre PSN (PSOE
navarro), EH Bildu y Geroa Bai para iniciar el proceso de resignificación del
Monumento de Navarra a sus Muertos en la Cruzada.
§ El 6 de febrero de 2025 se aprobó en pleno un plan para eliminar las
arquerías laterales y la Cripta, y tapar la cúpula, así como crear un Centro de
Interpretación contra el fascismo.
§ Se propone en el pleno del 5 de junio de 2025 la modificación de la ficha
del Monumento para rebajar el grado de protección urbanística, necesario para
las modificaciones arquitectónicas que se pretenden.
§ El 4 de julio de 2025 la institución Príncipe de Viana, encargada en
Navarra de la protección y custodia del patrimonio, emite a través de su equipo
técnico un informe negativo contra la modificación del grado de protección
urbanística del edificio que, actualmente, impide su derribo parcial. A pesar
de ello, el director de Cultura y de la propia institución da el visto bueno al
proyecto basándose en que la decisión de Patrimonio «no incorpora una
evaluación de la dimensión simbólica, histórica o social». Con la rebaja del
grado de protección se incorporan algunas especificaciones concretas que merece
la pena resaltar: «se permiten actuaciones […] sobre la parte exterior de la cúpula
como la eliminación de las cruces o de los templetes […]».
§ Se anuncia la convocatoria «inminente» de un nuevo Concurso para la presentación
de propuestas de resignificación del Monumento que se resolverá, según se indica,
en el primer semestre de 2026.
Desde el lado
«revisionista» se han levantado airadas protestas contra aquellos que buscan conservar
el Monumento argumentando principalmente las conocidas como «sacas» de retaguardia,
ajustes de cuentas, fusilamientos, etc. Siendo éstas absolutamente condenables
por atentar contra la justicia, contrarias al espíritu del Alzamiento, lo cierto
es que el señor Obispo se opuso enérgicamente y hay pruebas documentales de
ello, así como de otras autoridades políticas. Es de notar, en cualquier caso,
que el Monumento es un edificio erigido en honor de los que dieron su vida en
el frente de batalla como muestra del sacrificio de una generación por Dios y
por España, y no por otros sucesos lamentables y despreciables.
Y en este
lugar nos encontramos en la actualidad. Durante este año se han sucedido numerosas
iniciativas populares para, mediante herramientas jurídicas o administrativas,
intentar frenar el proceso inexorable de cerco y asedio sobre la realidad
material del Monumento; huelga decir que están resultando poco exitosas. Se ha
abordado el asunto desde la perspectiva del valor pictórico y artístico de
algunos elementos del edificio, en particular de los frescos de la cúpula, con
encomiables esfuerzos para que prospere, contando con la opinión de renombrados
expertos. Sin embargo, el juego está en un jaque mortal, las cartas contadas,
la «bolita» en su mano, las cuatro fichas en casa. La malicia y perseverancia
de unos, la inacción y omisión de otros, la perplejidad de todos, en suma, nos
ha dejado en fuera de juego, sin fuerza social, aunque con la Verdad de nuestro
lado. Como se ha visto, Navarra se ha erigido en el campo de operaciones y ensayos
de la izquierda española en su cruzada particular contra lo que resta del espíritu
tradicional y que se laureó en la Cruzada; lo que aquí suceda, se replicará en
otras plazas. Si uno se pregunta por qué Navarra, la respuesta tal vez sea que,
a más entrega y fervor con el espíritu de la Cruzada, más saña y
encarnizamiento muestran los enemigos de Dios y de España. No se nos olvida que
la praxis y estrategia política prima en estos movimientos, y que se fomenta
una agenda demagógica y cretinizante que enfervorice a una sociedad cada vez
más ideologizada y polarizada para beneficio de la oligarquía política, que
controla mafiosamente las instituciones; sin embargo, es un trasfondo
filosófico y espiritual el que todo lo anima en política, pues, parafraseando a
Donoso Cortés, todo error político es en origen un error teológico.
La Hermandad
tiene el encargo de custodiar el espíritu y la memoria de los muertos por Dios
y por España en la Cruzada. Es un deber de religión y de piedad al que nos
obligamos bajo juramento, y que pensamos cumplir. Las pobres herramientas que
le quedan a esta noble entidad son las de la protesta, de escaso recorrido (y
sin amargura), y la oración, a la que todo confiamos; pues «ante Dios no serás
héroe anónimo», como reza el lema, y Él es nuestro justiciero y valedor, y más
le pesa a Él el rechazo y desmemoria, como nos mostró en su Pasión y su Cruz.
No es otra la Causa que abanderamos que el Amor a Dios y a los hermanos, y muy sinceramente
a los enemigos aquí declarados, de quienes ansiamos su conversión y enmienda.
Mientras andan los acontecimientos del siglo, nosotros continuaremos con la
oración del Via Crucis y del responso por los difuntos, principales actos de
piedad de la Hermandad, hasta la consumación de todo.
Viva Navarra, Viva España y Viva Cristo
Rey. Ave Crux, Spes Unica.
Pamplona, 2 de noviembre de 2025
Conmemoración de los Fieles Difuntos
Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz






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