Sacrificio heroico y memoria escrita
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ambién por su imponente
y singular silueta el monumento atrae al visitante desde la plaza del Castillo hasta
el final del IIº Ensanche de Pamplona, al que conduce directamente esa rectilínea
arteria que es la avenida Carlos III. El monumento de Navarra a sus Muertos en la Cruzada tiene la segunda cúpula mayor
de España. Su nobilísimo nombre colectivo se inscribe -hoy torpemente tapado- en
el friso sostenido por los seis enormes pilares de su amplio pórtico. A ambos
lados de la gran puerta de bronce de la entrada principal, están ocultas con
torpeza dos grandes inscripciones en piedra. La inscripción de la derecha
recoge la proclama de la Diputación Foral de Navarra del 21-VII-1936, como primer voluntario: fíjense Vds. cómo
estarían las cosas. A la izquierda se recoge el Decreto del Jefe de Estado español
(Burgos 8-XI-1937), que concede la Cruz Laureada de San Fernando al escudo de
Navarra como homenaje a sus gestas heroicas. Que ambas inscripciones estén
tapadas tuerce la verdad y la historia de Navarra, que algunos quieren arrancar
porque recuerda las gestas de las tres cuartas partes de aquella Navarra. Un
primer paso -se engañan si querían contentar a todos- fue su ocultación talibán. ¿Qué sería de tratarse de un
monumento a gudaris, brigadistas y milicianos?
En
su día, el Sr. Urralburu (PSOE) talibanizó
la amplia leyenda escrita en el muro del porche del palacio de la Diputación
Foral que recordaba: “¡Navarra cubrió los frentes de combate!” con un esfuerzo
casi milagroso, movilizando la décima parte de su población total. Lizarza y
Nagore nos lo recordaban entre nosotros.
En
los muros interiores del Monumento, se inscriben el nombre de 4.545 navarros
muertos en combate (según la Diputación 4.653). No incluye a los nacionales
asesinados fuera de Navarra, porque son otro concepto: al estilo de Jaime
Garralda Iribarren asesinado junto a Víctor Pradera en San Sebastián, o los
seis de la familia Arizcun asesinados cinco de ellos en Paracuellos del Jarama
y don Manuel en Santander. “Hay que asumir la Historia: lo que hace ésta, no
está bien -“no se puede”- deshacer” (entrevista con el Vicario General del
obispado, 11-II-1993).
En
la historia también hay Cruzadas. Una es la de 1936, y ahora quienes la
provocaron y perdieron quieren hacer su contra-Cruzada. Pax, pax et non erat pax.
El
Santo Cristo de Adsuara de 3 metros presidía la basílica de la Santa Cruz de la
planta noble del Monumento. Era su única imagen exenta. Su Cruz estaba enclavada
en una pieza con dos inscripciones: “Con
este signo vencerás” y “Viva Cristo
Rey”.
El
arco del ventanal que contenía una vidriera hoy destrozada, dice: “+ Oh Crux
ave spes única”. A esa misma altura y sobre las enormes puertas laterales del
Crucero de la planta central, organizada en cruz griega donde se inscribe la
gran cúpula, hay dos grandes inscripciones lapidarias. A la derecha: “Aquí se han enfrentado/ las dos
civilizaciones./ Las dos formas antitéticas / de la vida social. Cristo / y el
anticristo se dan la / batalla en nuestro suelo/. Cardenal Goma. Primado de
España”. A la izquierda, hoy malamente tapada como la anterior: “Inclinamos nuestra frente / a la santa
memoria / de los mártires / que sellaron con sangre / su fe en Cristo / Pío XII”.
Un
friso orla el tambor con galería donde se asienta de la gran cúpula. Su
inscripción en letra dorada dice: “Ya
sabéis Señor cuanto hemos trabajado en las batallas así como mis hermanos y la
casa de mi padre por defender nuestra ley y por el santuario… (I Mac XIII-3)”.
La vista alcanza las cuatro grandes escenas del inmenso fresco de R. Stolz Viciano 16-VIII - 16-XI-1950, hasta
llegar a la linterna de lo alto, donde se lee: “Et palmae in manibus eorum”. El fresco de las Navas de Tolosa de
1212 contiene la leyenda de las Cruzadas: “Deus
lo volt”.
Cuatro
hermosas escaleras conducían a la Cripta a través de unas puertas de bronce que
recuerdan: “Pax mortui”. ¿Se enteran los
desenterradores, cooperadores y talibanes? Hoy la Cripta está tapiada y aislada
desde el interior del edificio, y ni siquiera se puede contemplar desde el
balcón circular -cuyo vano hoy está cerrado- de la basílica superior. Se accede
a la Cripta desde el bajo parroquial. Hoy, basílica y Cripta son dos ámbitos separados
y aislados, y no porque esto sea aberrante debe desacralizarse la Cripta. Al
revés; queremos que se vuelva a sacralizar lo que fue basílica de la Santa
Cruz, aunque se admitan diversos usos nobles y adecuados al edificio, que excluirían
lógicamente las vergonzosas exposiciones y la profanación de 2015-16. Aquí
ocurren cosas demasiado serias. La basílica fue desacralizada por Mons.
Fernando Sebastián, el 19-VII-1997 se celebró en ella la última Santa Misa, y
desde 2002 el culto divino se celebra en la Cripta, lo que es querido por
aquel.
En
el friso central de la Cripta se lee esta inscripción del Antiguo Testamento. ¿Nuestros
talibanes también van contra los judíos cuando quieren cargarse esta inscripción?:
“+ Porque más vale morir en combate que
no ver el exterminio de nuestra nación y del santuario. I Mach III v. 59”.
Los siete sarcófagos se dedican a: “A / Sanjurjo
/ su pueblo”; “Navarra / a / Mola”, “Fue el primero en dar su vida”, “Iba
armado con la Cruz”, “Venció a la edad con su espíritu”, “Murió cuando empezaba a vivir”, “Hermanos en
la vida y en muerte”. Pues a defender el respeto y la memoria de tantos
padres, abuelos y Navarra, ¿saben? Con fe, vigor y justicia. Lo que muchos no
han hecho hasta ahora. Sin memoria ni justicia no hay paz, sino imposición del guerracivilista y talibán
José Fermín Garralda
Pamplona, Rev. “Siempre
P’alante” nº 781 (1-IV-2017)
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