“Memoria histórica”, herramienta de revancha
VIENEN historiadores de EE.UU. a recordar las
verdades, porque en España hay muy poca libertad. Stanley G. Payne ha sido entrevistado por “Nuestro
Tiempo” (nº 694, Primavera 2017) en la universidad de Navarra, cumpliendo
quizás por otros historiadores. La crisis es -como puede apreciarse- honda.
Payne recuerda sobre la IIª República, que los
revolucionarios buscaron la radicalización de España, y que el presidente
Niceto Alcalá Zamora -católico liberal, conservador y antimonárquico- se
acobardó, intentando apaciguar a una izquierda dispuesta a tomar las armas. El abuso de los Gobiernos fue
evidente, y la excesiva paciencia de las Derechas fue simultánea a su paulatino
acorralamiento. Pues bien, en
seis ocasiones la izquierda
recurrió a la violencia, una de ellas con las cruentas revoluciones de Asturias (PSOE, CNT) y
Cataluña en el año 1934. Es más, “la guerra era un secreto a voces, y el Gobierno
no sólo la aceptó sino que la buscó. Según sus cálculos, el ejército
republicano aplastaría el alzamiento, y la República saldría reforzada”.
Para Payne, hoy se desea legislar sobre la
Historia, a modo de una “dictadura blanda”, pero dictadura. La agenda de la
corrección política excluye al disidente. Se ha retomado la propaganda de
guerra del Frente Popular, imponiéndola como verdad histórica, identificándola
desde luego con una ideología y conceptos políticos situados sobre la realidad.
Así, el relato histórico queda degradado, y la Historia se inventa al servicio
del poder ideológico y político. A la vez se combate el patriotismo (devoción a
los padres y respeto a sus obras), sustituyéndolo por un seudo patriotismo
basado en la identidad étnica o lingüística. Hasta
aquí Payne.
Añadamos algo nosotros. En Navarra, el Gobierno
de Uxue Barkos va a gastar decenas de miles de euros en “memoria” histórica
(DdN, 28-IV), mientras que
el PNV y comparsas de Euzcadi olvidan la suya propia de 1936. Pues bien, no le falta al PNV motivos para
pedir perdón. En efecto, Miguel
de Legarra Belástegui ha
escrito La otra mitad -Las
cárceles de “Euskadi”- 1936-1937. “Memoria histórica” (Sahats, 2008). Este libro se refiere
a los crímenes del Frente Popular y sus aliados del PNV, cometidos en San
Sebastián y Bilbao. El autor afirma: “lo que yo aporto es lo vivido por mí y
mi familia durante esa aciaga época, recuerdo amargo que se hallaba escondido,
dormido, en un lejano rincón, que ahora se empeñan en despertar deformando cuatro
pelafustanes de la política revanchista y unos cuando ‘historiadores’ que
manejan impunemente la falacia y la tergiversación, las medias verdades y las
mentiras enteras, maestros de la manipulación, con la complicidad de quienes
tienen en sus manos los medios de difusión y silencian a los que pretenden
rebatirles con la verdad entera”. En su lista de cientos de asesinados,
falta, por ejemplo, el navarro Jaime Garralda e Iribarren, cabo de requetés
fusilado en San Sebastián el 29-VII-1936. Investiguen otros casos. En Pamplona
hablan de unos, pero olvidar a otros no trae paz, convivencia, rigor e
imparcialidad, sino revancha: ¿por qué no ponen adoquines recordando a los
navarros fusilados del lado
nacional fuera de Navarra,
como ponen al fusilado en Zaragoza el 6-VIII-1936?
Un marxismo de manual quisiera hacer un juicio
popular al reo para que se auto inculpe. En su defecto, serán sus mismos
familiares quienes le desdigan, sin él y contra él, en un marco y escenario muy
teatral. Antes se manipulará el pasado, se lavará el cerebro y quebrarán la
unidad familiar, para así acelerar la ruptura hoy. Teatro y realidad
confundidos para afear, humillar y deshacer la memoria de los muertos por Dios y por España, e
imposibilitar -hoy y mañana- nuestra fidelidad, comunidad y religiosidad
navarra. Así, destruyendo lo nuclear de Navarra, se destruye su alma como
perverso reto “intelectual”.
Ahí están los familiares de los mártires y
héroes exhumados por el Alcalde EH Bildu de la cripta del monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada el 16-XI-2016, a donde se
trasladaron con honores aquel 17-VII-1961. Mola sufrió terribles acusaciones de
entrada, luego liaron el tema con Sanjurjo pues falleció el 20 de julio y, al
final, actuaron contra seis representantes de los casi cinco mil muertos en el
frente de combate, que sobre todo molestan por llevar alpargatas y guiarles la
Cruz.
Salvarán la memoria los testimonios del
monumental libro Requetés (Madrid, 2010), y los actuales
familiares de los voluntarios colocados en el monumento de Navarra aquel 1961
con el consentimiento expreso de sus parientes. Sólo algunos parientes actuales de dos de
ellos, quisieron la exhumación impuesta por el alcalde EH-Bildu en contra de
los parientes directos. En los seis casos restantes los parientes han respondido
a los hechos consumados con nobleza y sin avergonzarse de sus mayores,
recogiendo con devoción los restos mortales como a mártires y héroes.
Quienes afean la memoria de los voluntarios don
Pedro Martínez Chasco (pbro.) (con gran torpeza en “Diario de Navarra”, 11 y
17-XI-2016) y de Jaime Munárriz (vid. “Navarra Confidencial”) han hecho el
ridículo. ¿Por qué?: porque don Pedro se alistó en Estella como capellán el
primer día, regresó a casa por exceso de capellanes, y su padre parecía
inclinarse por la CEDA. Ahí está también la carta del médico Carlos Munárriz
Escondrillas, de familia carlista de toda la vida, al prior de la Hermandad de Caballeros Voluntarios
de la Cruz, fechada el
5-VIII-1961.
Así pues, se equivoca la sobrina de don Pedro y
redactora de “Diario de Navarra” (M.M.) mostrando su rencor hacia el Monumento,
lo que significa y la memoria de su pariente -quizás su tío- . Además,
aprovechó su calidad de pariente para realizar un documental para el periódico
en el que trabaja, rompiendo el compromiso de que no hubiese medios de
comunicación en las exhumaciones.
Fermín
de Musquilda
Publicado en el quincenal "Siempre P'alante", nº 784 (16-V-2017), pág. 14
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