miércoles, 24 de diciembre de 2025

Contemplan el monumento con un profundo respeto

(En la imagen. Cuando una sociedad quiere ser ignorante y oculta su vergüenza en el silencio y los distintos grados de complicidad, siempre hay quienes NO SE AVERGÜENZAN el monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada, que un grupo de carlistas  contempla de lejos con profundo respeto).  

Primero, hablemos del marco. Muchas señales indican que en el mundo estamos en una situación “muy especial”. España no iba a ser menos, pues de ser remolona a la Revolución, ha pasado a abanderarla como experimento de laboratorio. Incluso la actual corrupción política es de diseño, anunciada hace más de cien años.  Por eso Pedro Sánchez no se va y tenemos corrupción “para rato” según Yolandísima.

Buena parte de los líderes civiles y eclesiásticos ha claudicado, cuando se trata del ámbito político, parte importantísima de nuestra vida. Las élites cayeron hace tiempo, sometidas por quien manda. Si los eclesiásticos dijeron “no a la política” en 1976, ha sido mentira, fue para decir “sí”, cómplices de los grandes males de la constitución de 1978.

Estamos a la espera de grandes acontecimientos. Vemos cómo se desarrolla delante de nuestros ojos -aunque venga muy de muy atrás- lo que hace cincuenta años nos decían que iba a ocurrir Miguel, Ignacio y Santiago, Carlos, Teófilo y Felipe, Mari Carmen y Ana de la Quadra, Nicanor… en el Círculo Familiar Virgen del Camino. Acertaron pero se quedaron "cortos" en la intensidad y la rapidez. De ahí que no entendamos a los que libro tras libro, critican directa o indirectamente al tradicionalismo o Carlismo. De ahí también hoy nuestro tono es más alto que otras veces.

El marco de la situación extrema de Navarra y España nos remite a la cantinela de "Libertad-Libertad" tal como se entendió en 1976 –incluida toda la intelectualidad democristiana de ocasión para seguir en los cargos y mantener sus obras-. Esa cantinela ha desembocado en que nuestra Patria gobierne una organización criminal, que nada y nadie, ni la Constitución tan endiosada de 1978, puede echar. Y menos el pueblo: paradójico, ¿no? ¿Qué responsabilidades no tuvieron los engaños de Suárez y Fraga, la Asamblea conjunta de 1971 y Tarancón, Hernández Gil, Miranda... y don Juan Carlos? Nos empujaron a los últimos tiempos, en los que vendrá algo terrible, mientras tememos haber entrado en ellos.

La política no es algo secundario, pues somos sociables por naturaleza. ¿Se enteran los espirituales puristas-que-no-quieren-ser-confundidos-con-nada-ni-nadie?-. La política no se puede separar –ni identificar como a alguno se le ocurre con tintes totalitarios- la vida privada de la pública como hace el Liberalismo de todas clases. La coherencia del ser humano nos dice que lo que sirve para la vida privada sirve para la pública o política.

Amamos la política cristiana, que abarca las cuestiones vertebrales y universales de la vida, aunque sabemos que el Evangelio es mucho más, y que Dios ha dejado muchas cosas al arbitrio de los hombres. Pero en España se hace  al revés: se ataca lo que el hombre tiene de eterno y se menosprecia lo que es opinable, desdeñando así el progreso de nuestras arruinadas sociedades. Esto no es negocio alguno: si hoy nos quedamos sin vida temporal, mañana nos quedaremos sin vida eterna. La corrupción hipoteca la vida temporal y eterna.

Hay dos cosas a la vez que nos exigen ser políticos cristianos: la universalidad del mensaje cristiano y nuestra sociabilidad universal. Decimos políticos cristianos, y en parte derivado de ello y sumando las necesarias cuestiones temporales, decimos política carlista, que si busca en primer lugar el bien común temporal también busca el eterno. Así es cómo los carlistas pueden expresarse con sencillez, en alta voz y a la luz del sol.

(La imagen. Cruz y juventud, bandera y pelayos, serán el enganche de los católicos del mañana que resurjan atónitos frente a las dejaciones de hoy)


He aquí la alerta frente a varios peligros como aviso de navegantes.
Señalamos cinco peligros, tomados de un autor espiritual y adaptados a nuestra circunstancia, transmitidos a un hermoso ramillete de jóvenes pamploneses el 22 de diciembre.

Es peligroso distraernos con mil cosas e informaciones que, en realidad, son cuestiones muy secundarias. Deberíamos mirar siempre a la estrella Polar que señala el Norte, o a la estrella de Belén que guió a los Magos de Oriente.

Es peligrosa la división, que suele ser por orgullo y tonterías como decía don Carlos VII. Si desarrollamos nuestra vocación política en verdadera comunidad -somos una comunión-, estaremos prevenidos, y no nos enredaremos ni abocaremos al fracaso.

El miedo paraliza, hace que nos escondamos, y aumenta las decisiones equivocadas. El miedo se combate desde la Fe, sabiendo que Dios es mucho más poderoso que las realidades temporales por negras y potentes que sean. Con la cabeza alta, lejos de retraernos, sin temer al mal, estaremos preparados, levantados y de pie, con esperanza.

El cuarto peligro es considerarnos víctimas indefensas. Aunque podamos ser víctimas, no somos victimistas. En realidad somos  hijos de Dios, y hemos recibido de Él autoridad  sobre el maligno y sus secuaces. Sabemos dar respuestas. De ahí que celebremos la presencia de Dios en un mundo, donde hoy los ámbitos social y político están controlados por las tinieblas. Que el enemigo tema la oración, explica el pasado juicio a los 21 orantes del Santo Rosario en Vitoria ante el abortorio y los sicarios para matar. Entre los orante había una persona ciega, otra inválida, varios ancianos, un sacerdote de edad muy avanzada, y en resto personas indefensas. ¡Y fueron encausados…! Sin ser víctimas, los convirtieron en tales pero con gozo por hacer el bien, y siendo indefensas, al final fueron fuertes. Si la juez decretó su inocencia civil, miel sobre hojuelas.

Y quinto, evítense las medias verdades y mentiras del Liberalismo. Sólo el testigo dice toda la verdad. El testigo va a lo fundamental de la política, sobrevuela  las situaciones, y no depende de las circunstancias sino sólo de un bien común que orienta y supera aquellas. Como ha llegado el momento de que nuestra sociedad no sufre la sana doctrina y buscan fábulas, digamos lisa y llanamente la verdad, aunque recibamos desprecios, insultos y epítetos como los de cavernícolas, fachas, inquisidores, reaccionarios... según los políticos socialistas acorralados de hoy (como los liberales ayer), contradiciendo su tan cacareado "progresismo". La verdad dice qué es lo correcto, y sólo lo que hoy es correcto es bueno para mañana.

(La imagen. Un pelayico contempla el monumento levantado para honrar a quienes, movidos también por su Diputación Foral, libraron a Navarra y España del comunismo revolucionario y antidemocrático).

Tras enunciar el marco y señalar los peligros, ¿qué hacer?

Adoremos a Dios con alegría. El primer punto del cuatrilema político del Carlismo es Dios. Adorarle es una declaración de guerra contra el enemigo, antes y en medio de la batalla, llenos o no de heridas en medio de nuestras retiradas y ataques. Por eso nunca se está solo, y sí siempre al lado del ganador.

Demos testimonio diario. El carlista es un testigo, y como su testimonio debe ser diario, cada día cuenta para actuar y no sólo escuchar, tener muy en cuenta la política sin dejarla a los políticos profesionales, trabajar y no echarse a dormir si es que se vota en las elecciones, y ello a pesar que el sistema partitocrático casi exige el sopor de verano.

El empuje es un fruto del saber sufrir. Quien sufre sepa que Dios Padre le está preparando, blindando para lo que viene, y quien se niega a sí mismo, es reconocerse hijo del dueño de la viña. Pero el empuje también es fruto del trabajo, que crece a medida que se trabaja más. Quien no trabaja no puede tener esperanza, y siempre estará derrotado y cediendo terreno. Esta ha ido la triste cosecha de la derechona conservadora y liberal, que arremete contra los carlistas escondiendo que nuestro mundo es consecuencia de las premisas liberales

Llegados a este punto, nadie se escandalizará por las caídas de otros, pues el diablo está muy cerca del Bien, y al lado de la Gracia siempre está la desgracia. Mantengamos la paz porque Dios Jaungoikoa todo lo santifica, si se Le deja.

Portador de Esperanza, Cristo mismo ha mostrado, en su naturaleza humana, que su carne procede de la carne de reyes y santos, pero también de carne pecadora. ¿Y no se hizo pecado por nosotros en la Cruz, al asumir los pecados de toda la Humanidad, tuyos y míos?

Así pues, estemos firmes y despiertos porque el Rey viene. Con esta esperanza ¿quién no se comprometerá a ser, a trabajar y a seguir?: pues comprometámonos.

(Por José Fermín Garralda)-

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