Opinión
Finalizado así un largo y
accidentado proceso de cinco siglos, en todos los países, y especialmente en los aún católicos, se
advierte la absoluta necesidad de retomar el reinado social de Jesucristo. Sólo
hay dos puertas. Tras abrir engañados la puerta de la mentira y la falta de
representación, el capricho y la imposición, el asesinato y los ídolos… ahora
es el momento de abrir lisa y llanamente la otra puerta: la de un poder civil rendido
ante la realeza de Jesucristo, única luz invencible y príncipe de la Paz. Esto es decir “basta”
por elevación y fundamento. Esto no es una ideología, ni un totalitarismo al
revés. Esto es vencer la opresión y corrupción en España y ese totalitarismo del
NOM que nos abre los ojos.
La encíclica Quas
Primas de Pío XI comienza así: “el mundo ha sufrido y sufre este diluvio
de males porque la inmensa mayoría de la humanidad ha rechazado a Jesucristo y
su santísima ley en la vida privada, en la vida de familia y en la vida pública
del Estado; y es imposible toda esperanza segura de una paz internacional
verdadera mientras los individuos y los Estados nieguen obstinadamente el reinado
de nuestro Salvador”. Dicha encíclica, de obligada meditación, es de 1925.
Tras la IIª guerra
mundial, pocos aprendieron la lección recordada por Pío XII. La aprendió
España, la Iglesia de la persecución y la Cruzada, Iglesia de Fe, la vencedora
del comunismo, a la que no perdonan su sumisión a Cristo Rey, ni su éxito
temporal de desarrollismo y progreso. El clero de la ruptura de 1978, con una
Constitución agnóstica, la Iglesia del confort, el modernismo y el politiqueo,
cayó en la trampa, sumándose al engaño que se hizo caer a una sociedad
materializada, acomplejada y seguidita de las sirenas exteriores. La engañosa ruptura
en la Constitución de 1978 ocultó el pretotalitarismo. Unos pocos obispos y
fieles, teólogos que no cedieron ante el bloque de los políticos -eclesiásticos
y laicos-, lo advirtieron, pero no les hicieron caso. El liberalismo, engolado,
vendió promesas, apariencias de bien, y un iniciático camino… donde la mentira
y el asesinato se perpetúan.
Pues bien: basta que el
mal empuje tanto y como todos sabemos (Suárez, Aznar y Rajoy…), para que sea
urgente proclamar el fundamento cristiano de la política. Que nos hundan cada
vez más, expresa el odio en los que paradójicamente crean el delito de odio. Su
odio es a la España evangelizadora de medio mundo, lo que indica que el ¡Viva
Cristo Rey! es más necesario que nunca, pues el supuesto término medio de 1978 (agnosticismo
del Estado) generó el extremo actual. Es bien fácil: en vez del camino de la
puerta abierta en 1978, elijamos ahora la puerta con otro camino. Sólo se trata
de abrir y entrar por otra puerta: la puerta del bien, la verdad y el bien
común.
Cristo rechaza los
totalitarismos -democrático o comunista-, sintetizados en el mundialismo que
viene. Cristo, fundamento del bien, Nombre sobre todo nombre, Sol, luz y calor, único protector del débil. Polonia,
Hungría y algunos políticos internacionales marcan el camino. Sin Cristo como
estrella, faro y única Luz Invencible… nada es posible. Con Él, todo.
José
Fermín Garralda
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