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https://somatemps.me/2021/01/28/el-mito-de-los-curas-disparando-desde-los-campanarios/
Alguien dijo:
"Me parece un articulo muy bueno. Gracias a su autor.
En Navarra, la campaña comunista y separatista es tan fuerte y está tan politizada, que NADIE del mundillo de la ciencia y la cultura la rebate ya sea por vagancia, ya sobre todo por temor y por NO COMPROMETER el lugar de trabajo y a uno mismo. Incluso entre los jubilados, pues las costumbres quedan".
Recogemos el artículo siguiente, porque desmiente a quienes han incluido -maliciosamente o por ignorancia- la primera foto en la Historia de Navarra durante la guerra de 1936. La imagen es de la plaza de toros de Pamplona, pero en años anteriores a la República, cuando el Gobierno liberal exigió a los seminaristas realizar algún aprendizaje cívico-militar.
El mito de los curas disparando desde
los campanarios
El
historiador Vicente Cárcel determina que, en 1936,
existían en España 146 diarios antirreligiosos, algunos especialmente
virulentos como El socialista, El Pueblo, o El Crisol, que
aplaudieron en 1931 la quema de conventos y pedían constantemente sangre
clerical. El Crisol, por ejemplo, nada
más llegar la República denunciaba falsamente que existían polvorines en los
conventos. El Heraldo de Madrid, al
iniciarse la Guerra Civil difundió la idea de que los frailes disparaban contra
los obreros desde los campanarios.
Pero como
cuenta Gonzalo Redondo, en su Historia de la Iglesia en
España, 1931-1939, fue en Barcelona “donde surgió la leyenda de que
la destrucción de las iglesias vino motivada porque desde ellas se disparó
contra el pueblo. En realidad, sólo se disparó desde el convento de los
carmelitas de Diagonal-Lauria, y los autores de los disparos no fueron –como es
comprensible- los religiosos, sino los soldados de una de las columnas
sublevadas”. Por cierto, lo militares acantonados en ese lugar posteriormente
fueron decapitados, sus cabezas ensartadas en picas y sus cuerpos echados a los
leones en el zoo de Barcelona. También fueron asesinados los capuchinos de la
iglesia, que nada habían tenido que ver con la sublevación.
Toryho, el
director de Solidaridad Obrera, para contrarrestar
la preocupación en la prensa extranjera por la gran persecución religiosa que
se estaba cometiendo en la zona republicana, decidió iniciar una campaña contra
el clero. Empezó a inventarse noticias inverosímiles como la de religiosos que
empuñaban armas. En la edición del 1 de agosto de 1936, de Solidaridad Obrera, salía en portada una foto de cinco
religiosos apuntando con fusiles y parapetados tras un cañón. Evidentemente la
foto estaba amañada y los religiosos eran milicianos “ensotanados”. El pie de la
foto rezaba: “Los representantes de Dios en la tierra también emplean las
armas. En un pueblo de Cataluña [no se especifica cual], esos frailes hicieron
frente al Pueblo”. Esta foto, posteriormente fue recogida por La Vanguardia (edición del 14 de mayo de 1937), y
actualmente se puede encontrar en artículos e investigaciones como si fuera una
imagen verdadera.
(Foto falsa de milicianos disfrazados de religiosos disparando, publicada en Solidaridad Obrera).
La
imaginación da para mucho y a los anarquistas se les ocurrió también hacer una
película de frailes capuchinos empuñando armas. Esta vez recurrieron a
capuchinos reales que estaban en la prisión de Igualada. Hay varias fuentes al
respecto. Una es la de Antoni Jorba Soler en su libro sobre la Guerra en
Igualada: Agonia d´una ciutat, en la que
cuenta la historia de estos capuchinos. Otra fuente es la obra de Josep
Massó, L´Església catalana el 1936. El relato es sorprendente:
“Un día se presentan un grupo de milicianos que hablan todos en castellano.
Llevan armas variadas que son distribuidas a los prisioneros [los capuchinos].
Después, bajo la amenaza de un soldado con un revólver en el puño, son
conducidos a una escalera por la que les hacen subir. Mientras suben, un
individuo instalado en el rellano superior le va dando a la maneta de su
máquina de filmar. Una vez llegan arriba, empieza a comenzar la labor inversa.
Siempre con la cabeza alta y armados, los religiosos son obligados a bajar.
Pocos días después los diarios ofrecen al público fotografías que prueban que
los religiosos han sido sorprendidos con las armas en las manos”.
En Gerona, en
mayo de 1937, se realizó otra filmación propagandística en la que salen
“sacerdotes” atacando con fusiles un pueblo. Se buscaron escenarios en Gerona
como las escaleras de San Martín o las de la Catedral. Hay tres sacerdotes, por
aquel tiempo presos, que recogen este insólito hecho: Mn. Casanovas, Mn.
Gispert, y Mn. Jou. Estas campañas de propaganda calaron en el imaginario
popular. Décadas después, películas progresistas como La ciutat cremada de Antoni Ribas, que relata la
Semana Trágica, muestra un cura disparando al populacho desde el tejado de una
Iglesia. De esa época también es Las bicicletas son para el
verano, esta vez ambientada en la Guerra Civil. Se fabula con que
fuerzas facciosas, incluyendo el cura, se lo pasan fenomenal disparando desde
el campanario en la población de Gelida (Barcelona). En realidad, en esta
población los milicianos mataron al párroco, a un seminarista y otros
convecinos; hechos que evidentemente no explica la película.
Foto de (posiblemente) seminaristas, realizada en 1912, y utilizada para las campañas anticlericales en 1936.
La
película Tierra y Libertad también recurrió al tópico del
cura disparando desde el campanario. O bien, Helena Taberna, directora de la
película La Buena Nueva, incluyó una escena de seminaristas
armados y desfilando que se inspira en una foto que ha hecho correr ríos de
tinta. Se trata de una escena de seminaristas armados. De esa foto se ha dicho
que eran curas armados en la Plaza de toros de Badajoz durante la Guerra Civil,
incluso se habla de que se realizó en Valladolid. En realidad, es una foto
realizada en la Plaza de Toros de Pamplona, antes de 1921 (en la que la plaza
se incendió y demolió). Posiblemente la foto dataría de 1912 o antes. En esa
fecha los seminaristas quedaron exentos del servicio militar. Como mucho tenían
que hacer unas breves prácticas de orden cerrado que duraban pocos días y se
hacían en la Plaza de toros. La foto nada tiene que ver con curas “trabucaires”
de 1936.
(Recreación de curas armados para la película “La Buena Nueva”)
Si pudiéramos
revisar toda la prensa revolucionaria de aquella época, encontraríamos
verdaderas joyas de la manipulación para enervar a las masas. La Humanitat del 21 de agosto del 36, explica esta
increíble historia: “Al medio día del 19 de julio los frailes del convento del
Sagrado Corazón de la Avenida Padre Claret –Barcelona- dispararon contra los
milicianos. A consecuencia de ello cayeron muertos algunos ciudadanos, entre
ellos una anciana”. Y sigue la crónica afirmando que el comando de frailes, por
la tarde, disparó contra un coche en el que iba una chica vestida de enfermera.
No respetaron (sigue el alocado relato) siquiera su uniforme y “la chica y
cuatro milicianos resultaron muertos”.
(Restos de la Iglesia de Santa María de Sants -Barcelona-)
No sabemos si
estas alucinaciones periodísticas son para reír o llorar, el caso es que creaban
odio contra el clero y la justificación de que había que combatirlos hasta
exterminarlos. Otra crónica, que no sabemos donde encuadrarla por lo
estrafalaria, es la de L´Autonomista del
21 de agosto de 1936. Literalmente dice: “Como si no hubieran pasado los años,
vuelven los horrores cometidos por los carlistas En la primera Guerra civil,
sus matanzas e incendios […] No han faltado tampoco […] capellanes con
cinturón, pistola o rifle, que predican a tiros el amor a Cristo”. Simplemente
increíble. Mientras que la tierra catalana se estaba empapando de sangre de
católicos y sacerdotes, este periódico presentaba la situación como si Cataluña
estuviera en manos de curas trabucaires.
Por último,
resaltar la rumorología que corrió sobre el párroco de la Iglesia de Santa
María en el barrio de Sants de Barcelona. Se decía que estuvo tiroteando a los
milicianos desde el campanario. El sacerdote en cuestión era Mn. José Puig i
Moliner. Tenía por entonces 72 años y no estaba para pegar muchos tiros. Eso
sí, era conocido por su oposición a la República y odiado por los anarquistas.
La Iglesia fue quemada y sólo se salvó el campanario. El sacerdote fue
asesinado la noche del 15 de septiembre de 1936, fusilado en las tapias del
cementero de Montcada.
Javier
Barraycoa
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