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Por lo que pueda pasar en otros ámbitos a quien dice la verdad -hoy quienes la conocen se callan por miedo, para no ser puestos en la picota por los medios-, interesa la reflexión de este periodista sobre la importancia de decir la verdad, con ocasión de la bronquilla montada por ciertas palabras pronunciadas en dos direcciones en el Parlamento español, sede de la soberanía nacional según la Montero (sin negarlo, yo creía que por encima de él estaba la misma nación, que juzga con frialdad a dicha señora). Sus agentes eran féminas, una bien entendida y la otra discípula del maestro ciruela, que era tan hábil que no sabía leer y tenía una escuela.
La Redacción
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