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Volvamos por un momento al año 2003.
Rescatemos del olvido para muchos las justas palabras y exigencias de Mons. Fernando Sebastián Aguilar, arzobispo de Pamplona, cuando el pleno del Parlamento de Navarra acusó injustamente a la Iglesia de 1936-1939.
Lo hizo en dos cartas, una del 7 de marzo y, al ver frustradas sus expectativas porque aquí "nadie se baja del burro", otra el 19 del mismo mes.
Desde cierta fecha hasta hoy, la agresión contra la Iglesia y la Navarra de hace ochenta años ha ido in crescendo. Todo es parte de una gran ofensiva en el ámbito de toda España, para decir que quienes por entonces hicieron bien en realidad hicieron muy mal. Bueno, lo de bien y mal es una tontería para algunos, pues ambos términos se deberían sustituir por progreso hacia el paganismo y Revolución social. En resumidas cuentas, masonería y marxismo, o bien la destrucción de la civilización cristiana que ayer supo defenderse al límite de las injustas agresiones también límites.
Y de paso, la agresión actual también busca blanquear los excesos de la IIª República y la guerra por parte del bando revolucionario. A ello se añade el blanqueo del terrorismo etarra, pues son los Bildu quienes impulsan el talibanismo contra el monumento de Navarra.
Pero vayamos por partes. Hoy corresponde decir algo sobre la iglesia en Navarra.
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