miércoles, 1 de noviembre de 2017

Requiescat in pace

AGENDA

Hoy, día de Todos los Santos. 
Mañana, día de los fieles difuntos. 

Desde hace tiempo, y por dificultades relacionadas con el ámbito laboral, ambas celebraciones se unen en la práctica, aunque es cierto que tienen mucho en común.  

La gente, las familias, los amigos y quienes recuerdan a los difuntos, van al cementerio o Campo Santo de Pamplona, de todas las ciudades y pueblos de Navarra, para rezar por los difuntos y encomendarse a ellos.

Más de 430 tumbas de los casi 5.000 navarros muertos en combate por Dios y por España se agrupan en el cementerio de San José, allá en Berichitos, situado en las afueras de nuestra ciudad. Alguien las mantiene limpias a pesar que la vegetación crezca con fuerza durante todo el año. Otros adornan las tumbas, este año han encendido bastantes velas, y algunas familias cuidan especialmente aquel trocito de tierra en el que reposa su familiar. 















Un veterano, que todos los años acudía a rezar por los difuntos, acompañado de una joven margarita. 

Dos niños entre los presentes juegan a pillar entre las tumbas de los soldados.
Sí, cosa de niños: que Dios les conserve la alegría.  
La Hermandad canónica de Caballeros Voluntarios de la Cruz tiene la costumbre, dispuesta en sus Reglas, de rezar por los muertos por Dios y por España. Esta leyenda se recogía en la parte izquierda del monolito de la imagen adjunta: Por Dios y por la Patria, hasta que una mano airada no tuvo escrúpulo alguno en arrancar esta gran e íntima verdad para cerrar así los ojos de quien visita el Campo Santo. Tal mano no pertenecía a los Bildu sino a un Ayuntamiento de mayoría conservadora

La Hermandad reza por todos los demás fallecidos, porque la respuesta de Dios Jaungoikoa ni se agota ni tiene límites. Hoy rezó dos responsos dirigiendo a grupos distintos. Mucha gente paseó entre las cruces y buscó la cruz que señala a su pariente. 



Alguien declamó el famoso soneto del carlista burgalés  Martín Garrido -tergiversado muchas veces sin permiso de la familia su heredera- que dice así:

Los demandó el Honor y obedecieron,
los requirió el Deber y lo acataron,
con su sangre la empresa rubricaron,
con su arrojo la Patria redimieron.

Fueron grandes y fuertes, porque fueron
fieles al juramento que empeñaron.
Por eso como púgiles lucharon,
por eso como mártires murieron,

Inmolarse por Dios fue su destino,
salvar a España su pasión entera,
servir al Rey su vocación y sino.

¡No supieron querer otra Bandera!
¡No supieron andar otro camino!
¡No supieron morir de otra manera!


Martín Garrido


Requiescant in pace
Fermín de Musquilda
1-XI-2017









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