Opinión
Ofrecemos un nuevo artículo sobre el edificio del monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada: no los Caídos, que aunque sea más breve y comúnmente utilizado, no es el término adecuado.
El Monumento a los Caídos de Pamplona que Sánchez entrega a Bildu para su demolición parcial
La protección
legal del edificio impide su destrucción total, así que han optado por derribar
por partes todo lo posible
Publicado en "El Debate", 21/11/2024
Mario de las Heras
El Monumento a los Caídos de Pamplona fue inaugurado en 1952 (tras 10 años de construcción) en memoria de los soldados navarros muertos del bando franquista. Lleva 72 años levantado al final de la Avenida de Carlos III de la capital navarra. Ha pasado en los últimos tiempos por un proceso de resignificación, como gustan de decir ahora los revisionistas y canceladores, para adaptarlo a la Ley de Memoria Democrática.
Revisionismo destructor
Se retiraron
los símbolos franquistas y se exhumaron los cadáveres enterrados en la cripta
de los generales Mola y Sanjurjo. El edificio había acabado siendo, «limpio» (las
pinturas del interior se mantendrán, pero serán ocultadas al público y
serán utilizadas «para el estudio critico a través de visionados restringidos a
fines educativos, pedagógicos y/o académicos», es decir, para el
adoctrinamiento) de cualquier referencia a Franco, poco más (o incluso menos)
que una sala de exposiciones.
Pero para los talibanes
herederos de la ETA a los que Sánchez paga en especie para mantenerse en el
poder (el Scar de El Rey León que paga a las hienas para lo
mismo), no es suficiente. Quieren destruirlo llenos de odio y
de fanatismo exactamente igual, sin diferencias, que los talibanes de
Afganistán destruyeron los Budas milenarios de Bamiyán.
Los Budas son un buen ejemplo porque su atentado abrió la veda del revisionismo destructor en el mundo. La intolerancia representada en las bombas que también representan a Bildu como formación política heredera de los terroristas de la ETA.
«Cambiar el skyline»
La diferencia
de formas (no de fondo) podría decirse que es casi lo peor. Mientras aquellos
afganos salvajes la tomaron a bombas con sus monumentos, la nueva forma parlamentaria
de aquellos que en su día la tomaron a bombas con españoles inocentes es la
del lenguaje sibilino que más que disimular realza la barbarie: se va a
«ocultar» la cúpula de la basílica para que «cambie el skyline en
cuanto a elemento arquitectónico que ha dado visibilidad y acompañado al
paisaje urbano de esta ciudad».
En román
paladino esto significa que van a hacer desaparecer la cúpula (sin saberse aún
cómo) y también las arquerías y la cripta del edificio. Van a destruir el
monumento (donde se creará un centro de denuncia del fascismo y por la memoria
democrática, que se denominará «Maravillas Lamberto», nombre de una víctima del
bando franquista), pero los acordantes (además de Bildu, el Partido Socialista
y el PNV de Geroa Bai) lo llaman «transformación» porque no pueden
llamarlo «destrucción».
Al parecer la
cúpula, según estos talibanes, es una ofensa para los represaliados por la
dictadura por ser un símbolo de los vencedores de la guerra. La idea de
la demolición ha planeado durante años y finalmente va a llevarse a
cabo, parcialmente. Es triste, pero también tan ridículo como cuando Mr. Bean
decoraba el uniforme de un hierático soldado británico para hacerse una foto.
Se intentó eliminar su protección
Una parcialidad
exterminadora que no es ninguna concesión de los destructores, sino producto de
la protección legal que posee el edificio, que incluso prevé su remodelación
llegado el caso del deterioro. En 2022 los mismos que han pactado ahora
(más Podemos e Izquierda Unida) intentaron eliminar dicha protección, sin
éxito, lo que indica sin dudas las verdaderas intenciones de quienes ahora
dicen querer, con su falso lenguaje tenebroso y cursi, «cambiar el skyline en
cuanto a elemento arquitectónico...», como si fueran unos que no hubieran
matado ni una mosca.
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