Opinión
Es difícil explicarlo. No convence decir que ya se hizo la Transición de 1978, y que debemos mantenerla, cuando los marxistas y separatistas quieren arruinarla volviendo a 1936. A algunos les parece que decir la verdad sería entrar en el juego guerracivilista, y caer en la trampa de quienes desean resucitar los fantasmas de la IIª República.
Para ellos el silencio es una buena estrategia, pero ocurre que: a) las omisiones durante décadas siempre han favorecido a los marxistas y separatistas, a quienes desde hace mucho tiempo se les complace y entrega todo desde el brazo secular hasta el eclesial; b) decir la verdad no supone echar en cara a la otra parte, frontal y sistemáticamente, todas las burradas que hizo en el pasado; c) como nadie hace la labor pedagógica de decir la verdad, la mentira ha calado en todos como calan los errores de bulto de Hollywood; d) al calar la mentira en las conciencias, la mentira puede institucionalizarse, y ya está el Gobierno PSOE en ello con la llamada Memoria Histórica y Democrática; e) se ignora que sólo la verdad, una gota de Verdad, desmonta las montañas de mentiras de los aberrantes.
Es difícil explicarlo, pero ésta omisión de los políticos conservadores en Navarra y Pamplona, se entiende algo si tenemos presente el sorprendente pecado de comisión de los actuales jefes del PP sobre la Guerra Civil o Cruzada en España. La desmemoria como táctica o como fin, y la caída en picado de la falsa derecha o centroderecha (filtrada de masonería como el PSOE) es alucinante. ¿Qué pensará la masa -que ya no pueblo- si sus jefes políticos piensan así? ¿Dónde están los flamantes historiadores imparciales, entre los que hay no pocos católicos? ¿Dónde sus flamantes universidades, por ejemplo las de la Iglesia? Por último, ¿cómo va a quedar a la larga la memoria de la Iglesia, con tantas enormes distorsiones y mentiras sobre el pasado? Afortunadamente, con Juan Pablo II hasta hoy muchos católicos han sido elevados a los altares. En ello, más que pensar en el pasado -en el que desde luego pensaba- parece que el Papa miraba al futuro frente a los maledicentes, injuriosos e ignorantes.
No sabemos qué pretenden unos (el PP, PSOE…) hablando repetidamente sobre un pasado del que nosotros hablamos sólo cuando ellos dicen barbaridades. O bien, no sabemos qué pretenden otros (Navarra Suma con el PP, Cs, UNP), no queriendo hablar ni clarificar la verdad interna del monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada, que los amigos de ETA y separatistas quieren destruir a lo Talibán.
Si no hablan los conservadores sobre la verdad del monumento de Navarra, ¿será porque han decidido destruirlo espiritualmente? ¿Es que no es buen argumento para declarar con libertad, el del agravio comparativo? ¿Qué dirían los aberrantes si fuese a la inversa, si el monumento se dedicase a los brigadistas, milicianos y gudaris, pues al soldado republicano lo olvidan sistemáticamente?
Navarra Suma cae en el
silencio por convicción, estrategia o bien dudas históricas, mientras los jefes el PP han sacado el
tema de la guerra civil sumándose al carro de la mentira. El PP lo hace de nuevo en 2021, 90 años después de la proclamación de la IIª República, y 85 años después del inicio de la guerra o, mejor, Cruzada, la última de Europa según señaló Javier Nagore. Están esquizofrénicos o bien calculan perfectamente lo que plantean.
Esto es alucinante. Son
todos tan “libres y progres” –o tan incapaces de gobernar, ya por ellos mismos ya por el
sistema que se creó al efecto- que, en ellos, el pasado histórico determina el presente (?), ya para hablar ya para callar.
Navarra Suma imita a Pilatos y el PP imita al PSOE, que tergiversa la Historia para ganar hoy el Gobierno. Todos colaboran en la destrucción del alma y del cuerpo de España y, en nuestro caso, de Navarra, destrucción ansiada y labrada por la Secta.
Vayamos a la muestra que ofrecemos. Según Pablo Casado, líder y exponente del Partido Popular, la guerra civil fue "un enfrentamiento entre quienes querían la democracia sin ley y quienes querían la ley sin democracia". Y a decir Núñez Feijóo, presidente de Galicia por el PP: “La guerra civil fue un golpe de Estado”. ¿Qué decir de ello?
FdeM
Veamos:
Tomado de “Hispanidad” 4 y
7-VII-2021
La respuesta del dr. Javier
Paredes:
“Señorías hablando de memoria histórica, la Guerra
Civil fue un enfrentamiento entre quienes querían la democracia sin
ley y quienes querían la ley sin democracia”. Esto fue lo que dijo el miércoles
pasado en el Congreso el jefe de la bancada del PP, Pablo Casado,
con motivo del debate sobre los indultos concedidos a los separatistas
catalanes.
Pablo Casado no es que
tenga en su poder una lámpara con un genio dentro, que le concede títulos
universitarios en un abrir y cerrar de ojos, es que a lo mejor es el genio de
la lámpara, una lumbrera de la Historia, que ya están tardando las autoridades
académicas universitarias en concederle un doctorado honoris causa,
que es el único galardón que le debe faltar en su colección de títulos
universitarios.
La definición que hace
Pablo Casado de la Guerra Civil refleja la mentira habitualmente usada por
un manipulador de la política, cuyo único horizonte es llegar al
poder y mantenerse en él al precio que sea, estrategia en la que Pedro
Sánchez le saca metros de ventaja.
La definición que hace
Pablo Casado de la Guerra Civil es propia de un trilero de la historia, porque
en modo alguno sirve para explicar el pasado, ya que su única finalidad
es manipular la Historia para justificar su ascenso en el
poder. Porque descartado el bando de las izquierdas, “los que quieren la
democracia sin ley”, y desacreditado el bando de las derechas, “los que quieren
la ley sin democracia”, ya solo queda el centro de Pablo Casado, que además de
querer la democracia y la ley, lo que anhela sobre todo es ser presidente del
Gobierno.
No, lo que ha dicho el líder
de la oposición no tiene nada que ver con lo que pasó y es falso en todos sus
términos. La Guerra Civil española fue algo más complejo que la melonada que ha
soltado Pablo Casado en sede parlamentaria.
Y la frasecita en cuestión
además de ser falsa es de una torpeza política de tamaño buque. La izquierda
que gobierna España ha construido su prestigio con cimientos históricos falsos,
sobre los que levanta una gran mentira, según una vieja táctica del comunismo,
que solo puede descubrir el que quiere ser libre.
Esta situación de engaño
la describió magistralmente Aleksandr Solzhenitsyn. Cuenta el
escritor cómo uno de sus personajes se muestra abatido en el gulag,
mientras con un palo hace dibujos escarbando en la nieve. Y como todo lo que
tiene es ese palo, se angustia porque piensa que con ese palo es imposible
derribar el edificio del comunismo. Pero al momento se le ilumina la cara, al
darse cuenta de que con ese palo sí que puede derribar al comunismo, porque
todo su edificio es falso, ya que es una imponente fachada, pero de cartón.
El centro y la derecha
parlamentaria de España, es decir, el PP y Vox, tienen en la
Historia su principal argumento contra la izquierda y no la están utilizando,
no vaya a ser que alguien les tache de franquistas.
Es más, en el caso de
Pablo Casado que nos ocupa, no solo se niega a utilizar la historia, sino que
parte de la aceptación de la memoria histórica, que para no quedar
de carcas su partido aceptó en su día.
De manera que Pablo Casado
se ha creído la trola de que la Segunda República fue una fiesta alegre y
juvenil hasta que vino el lobo y se comió a los inocentes y democráticos
cabritillos. Pero… ¿Qué creencia en la democracia es esa que consiste en
utilizar a la policía para asaltar el domicilio de Calvo Sotelo, jefe
la oposición parlamentaria, secuestrarle de noche y asesinarle de un tiro en la
nuca?
Bien distinta a la idea de
una “democracia feliz” de la Segunda República de Pablo Casado era la que
tenían los protagonistas del momento, como la de una alta dirigente del
PSOE, Regina García, que nos trasmite esta versión: “La República
seguía sus línea de incongruencias, y titulándose de trabajadores y aspirando a
ser de las más avanzadas del mundo, estaba presidida por un terrateniente [Niceto
Alcalá-Zamora] que había sido, además, ministro de la monarquía, y que
ejercía en Priego su pueblo, un verdadero cacicato rural.
Siempre a las órdenes de
Moscú, la Juventud Socialista Unificada comenzó a jalear a Largo
Caballero. Yo asistí a varios actos organizados por la dicha Juventud
Socialista Unificada, uno de ellos en las Escuelas de Verano organizadas en
Campamento, y escuché de labios de Caballero los discursos, más subversivos y
comunizantes. En uno de ellos dijo, entre otras cosas, que 'confiaba en la
Juventud como impulsora de la República hacia su verdadero destino, que para
nosotros era la República Social, pues si la burguesa era un meta para los
republicanos, para los socialistas no podía ser más que un medio'.
Al final del acto los
jóvenes vitorearon a Largo Caballero, llamándole el Lenin
español, cosa que se repitió en actos sucesivos".
Tan poca fe tenían en la
democracia los socialistas, que cuando perdieron el poder, organizaron un golpe
de Estado en 1934, es lo que algunos llaman revolución de Asturias,
denominación esta que falsea la realidad, porque podría ofrecer una idea de que
todo consistió en una benéfica acción para liberar a los oprimidos de los
opresores. Nada más lejos de la realidad, porque fue un intento fallido de
golpe de Estado, donde aparece el sectarismo antirreligioso, ya que
los revolucionaros destruyeron 58 edificios religiosos y asesinaron a 34
sacerdotes, religiosos, seminaristas y novicios, preludio de lo que sucederá
durante la Guerra Civil, en la que los “creyentes de la democracia” —según
Pablo Casado— llevaron a cabo la mayor persecución de la Iglesia
Católica de todos los tiempos.
Tanto creían en la
democracia que en las elecciones de febrero de 1936 el Frente
Popular llegó al poder mediante un pucherazo, que falsificó el
resultado electoral. Había que reparar el fracaso de 1934 y por eso la campaña
electoral de esas elecciones se convirtió en una vendetta contra
sus adversarios, cuando todavía no se habían liquidado las consecuencias
judiciales de 1934.
Marcelino
Valentín Gamazo, fiscal General de la Segunda
República, que había solicitado para Largo Caballero 30 años de prisión por un
delito de rebelión, se sintió amenazado desde la celebración del juicio. Por su
parte, Largo Caballero, por presiones políticas, en muy pocas sesiones quedó en
libertad.
Y pocos días después, una
crisis de gobierno aupó al poder a Manuel Portela Valladares, grado
33 de la Masonería, en la que se había iniciado en el año 1920 en la Logia
Fénix nº 381 de Barcelona. Así es que tres días después de tomar posesión de su
cargo como presidente de Gobierno, Marcelino Valentín Gamazo, presentó su
dimisión como fiscal general de la República.
Desde entonces, Marcelino
Valentín Gamazo se sintió perseguido, por eso pocos días antes de que estallara
la guerra Civil, Valentín Gamazo huyó de Madrid con su familia al pueblo de
Rubielos Altos en la Mancha. Y allí se presentaron el 4 de agosto de 1936 unos
pistoleros de la UGT para vengar lo ocurrido en el juicio de
Largo Caballero: asesinaron al exfiscal general
de la Segunda República, junto a sus tres hijos, Francisco Javier, José
Antonio y Luis Gonzaga, de 21, 20 y 17 años respectivamente.
Javier Paredes
Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá
FdeM
No hay comentarios:
Publicar un comentario