Queremos que se siga rezando ahí y se respete todo el monumento.
Monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada (Pamplona)
EN NAVARRA, el “honrarás a tu padre y a tu madre” recoge singulares contenidos, porque nuestros padres y abuelos salvaron la religión y la civilización católica de la aniquilación física en 1936-1939, a España y las libertades personales, frente a la persecución religiosa orquestada por el poder masónico anticristiano y el comunismo ateo estalinista (URSS). Ofrecieron su vida gratuitamente como lo hicieron sus mayores y los cristeros de México. Nuestra Iglesia les debe mucho.
Nuestros padres y abuelos hoy sufren un enorme agravio comparativo, fruto de la brutal presión callejera de intención separatista y marxista, de subvencionar a sus agentes, de las instituciones políticas, del despropósito de los medios de comunicación editados en Navarra, del abandono sufrido en este huerto de los olivos.
Hoy manchan la memoria de nuestros padres, y lo hacen con malas artes, los ideólogos de ultraizquierda que difunden el guerracivilismo, revuelven y tergiversan el pasado, y utilizan con astucia la represión que algunos llevaron a cabo -por el contrario, las de Guipúzcoa y Vizcaya son silenciadas-, y el régimen político posterior, para empañar su heroísmo, acallar el esfuerzo colectivo de Navarra en 1936, y contradecir el carácter de la Cruzada. Muchos buenos han caído en esta trampa, como ayer cayeron en la falsa paz -Pax, pax, et non erat pax-, lo que sin duda no evitará nuevas presiones contra la Iglesia diocesana. Ya vendrá otra vuelta de tuerca.
Esto viene de lejos. Ya hace tiempo unos promovieron la anti-Cruzada, y hubo clérigos que desde 1968 les hicieron el juego. Otros han caído en silencios y complicidades. No explicar la verdad y una amnesia suicida, ha hecho que los guerracivilistas y talibanes se crezcan y conviertan sus falsedades en una verdad oficial. Los revanchistas, fuertes y crecidos, no olvidan la Cruzada sino que la explotan ideológica y políticamente.
El primer fustazo fue la consigna de “ir borrando el signo católico que ostentaba la España Nacional” ya durante la guerra, por indicación de la masonería internacional reunida en el París de 1936, lo que tuvo un “eco inmediato en ambientes que parecían estar al abrigo de toda sospecha” (Mons. Vizcarra, Ecclesia, nº 658, 20-II-1954). Increíble pero cierto. El segundo fustazo fue el olvido, la crítica vana, la posición contraria de la clerical Asamblea Conjunta en 1971, y los abandonos.
En 1978 llegó mons. Cirarda Lachiondo -Bakio, Bizkaia- a Navarra, abandonando el monumento a sus goteras. En 1997 mons. Sebastián desacralizó la planta noble del monumento -¿por falta de fondos?-, cediéndola al Ayuntamiento con condiciones pero con un enorme riesgo futuro. Y así estamos hoy.
Ante la gravísima profanación cometida en el monumento el 20-XI-2015 (el día 22 era Cristo Rey), mons. Pérez González no aplicó las condiciones de cesión, lo que le permitiría recuperar la basílica por incumplimientos. Para el 16-XI-2016, éste último se retiró y permitió -confío que disgustado- al alcalde EH-Bildu la inicua y vengativa exhumación -expolio- de los ocho restos mortales de la cripta, exigida con violencia psicológica en la calle para Mola y Sanjurjo -pero no para los seis voluntarios del pueblo- por quien no condena el terrorismo. Todo es incomprensible.
Primero es Dios Jaungoikoa, a quien asimismo se le honra en y a través de nuestros buenos padres. Para febrero de 2017 eran 98 los mártires navarros en los altares. Dejemos que se honre a Dios con la oración por los muertos por Dios y por España como se hace cada mes en la cripta del monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada. Hoy esta cripta simboliza todo el monumento, dedicado a los casi cinco mil navarros muertos en el combate, a una generación y síntesis de generaciones. Por eso, dejen a nuestros padres en paz, no los mezclen con represiones, y respetémosles, pues las traiciones siempre son desde dentro. Para salvar el culto que hoy peligra en la cripta, recen y sigan rezando en ella. Cuiden éste lugar sagrado, y ojalá se convierta en capilla de los mártires navarros ya beatificados pues aún no tenemos lugar específico para su culto.
El monumento y su cripta está construido con piedras vivas y sin vanidad. El silencio mantenido por discreción, no convierte a los que la mantienen en algo residual: descúbrase la realidad entre las apariencias, no les corten las alas, reconózcase los muchos amigos que aquellos tienen por toda España, y no quiebren la caña azotada por el viento, ni apaguen el pábilo que aún humea.
Confío que mons. Pérez González no les orientará ni tampoco trasladará fuera de la cripta. Los orantes no quieren ni pueden irse: trasladarles de lo que fue cripta, sería como pasarles de nuevo una hoja de afeitar sobre su alma.
Tampoco sus padres y abuelos -vivos o difuntos- merecen el olvido, abandono, ni el agravio comparativo. Respétese al menos lo que queda. ¿En tan poco se les tiene? Merecen todo el respeto aunque sus hijos y nietos hoy sean débiles por el ambiente y abandono sufrido. ¿Inclinarse ante el fuerte y quien presiona, en vez de ante la justa causa del débil? ¿Ceder más? ¿Qué más quieren y en sólo cuatro años, los guerracivilistas y quienes no condenan el terrorismo?
Sigan rezando en la cripta. Resistan, que no es falta de respeto a quien tiene autoridad, ni desamor, ni traición, pues aquí, en Navarra, ocurren cosas muy serias en una fea partida donde nos jugamos la verdad, la verdadera paz y las libertades.
Publicado sin imágenes en "Siempre P'alante" nº 797, 1-I-2018, p. 14
Las fotografías son del autor. La última es de "El Pensamiento Navarro", 16-XII-1958
P.D. Lo propio del monumento es que vuelva a ser todo él lo que fue -no lo que dicen quienes tienen voluntad de ser sus contrarios, que fue-, expresado en una iglesia, un lugar de culto católico. Más respeto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario