He escuchado en youtube una mesa redonda celebrada en Argentina *, que me ha llenado de inquietud, actualizando la que me surgió desde hace unos tres años, tras conocer el entorno parisino, literario y artístico, del inolvidable Hemingway.
¿Qué hay detrás de la reciente movilización de ciertos auto denominados intelectuales y grupos sociales o de presión -con sus correspondientes líderes políticos-, contra el monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada erigido por la Diputación Foral de Navarra, y contra la memoria de la Navarra de ese tiempo, crisol de etapas anteriores?
¿Sólo existe lo que se aparenta y dice, esto es, la memoria de los represaliados? ¿Y la de los combatientes? Respecto a los primeros, ocurre que siempre se menciona las condenables represalias de un bando, en contraste con los muchos navarros represaliados por el otro fuera de Navarra. Por ejemplo, ¿qué dicen las actuales autoridades políticas de Euzcadi que soslayan las atrocidades cometidas en Vizcaya y Guipúzcoa hacia 1936? ¿Y las de otros lugares?
Esta agitación reivindicativa del pasado histórico ha comenzado con fuerza en una determinada fecha. Antes nunca se mezcló con represiones, y siempre se respetó , la memoria de los requetés navarros de entonces, no pocas veces abuelos de los memorialistas -de unos y otros- de hoy.
Vaya nuestro duelo para los que tienen duelo, aunque a nosotros nadie nos tiene duelo, pero no se nos quiera hacer comulgar con ruedas de molino.
Agustin Laje (escritor en Argentina):
El autor introduce su conferencia constatando lo siguiente.
Hoy, concretamente desde los últimos años por no decir
décadas, existe una inaudita expansión del término cultura. La primera pregunta que surge es cómo se puede hablar de cultura sin saber a qué nos referirnos cuando hablamos de la realidad cultural.
“Vivimos efectivamente en una etapa, en un
contexto sociohistórico, en el cual la
cultura parece que explicarlo todo. Todo está en función de la cultura, y
cualquier estudiante de humanidades o de ciencias sociales sabe muy que
respondiendo sencillamente qué es una construcción cultural se garantiza tener
un diez. La cultura recubre todo el campo de las representaciones simbólicas de
toda la sociedad: la cultura tiene que ver con los hábitos, tiene que ver con
las normas, tiene que ver con los usos del lenguaje, tiene que ver con los
valores, con los signos. Las luchas que estamos viviendo en estos momentos son
luchas por la cultura. Porque estamos viviendo épocas que la filosofía, que la sociología, han empezado a llamar de distintas
formas: algunos llaman esto como la postmodernidad, otros hablan de la modernidad
tardía, otros hablan de un mundo postindustrial, otros hablarán de la modernidad
líquida… Pero todos quieren decir más o menos lo mismo: un mundo en el cual las representaciones simbólicas tienen preeminencia
por sobre lo real, y son las concepciones culturales, en todo caso, las que dan
forma a lo real. Es el mundo líquido de Bauman. Es el mundo de la
post verdad. No sé si lo han escuchado. La post verdad es lo que hoy se impone en
nuestras sociedades, porque la verdad ya no existe. Es el mundo de la primacía del relato frente al cual los datos no
tienen nada que hacer, porque el relato es lo que mueve en política hoy en día.
Es el mundo donde todo -insisto- es una construcción cultural que debe ser a su
vez desconstruida y por esto estamos todos llamados a deconstruirnos obviamente
con el auspicio del Estado. Si la cultura hoy se ha vuelto entonces el
fundamento de la totalidad, es decir la cultura puede explicar incluso la
función de nuestros genitales, y eso es un poco la ideología de género, la
lucha por la cultura se convierte la madre de todas las batallas. Hoy estamos
viviendo la madre de todas las batallas, que es precisamente la batalla
cultura. Hoy enfrentamos batallas culturales que tiene a sus protagonistas que
son los intelectuales. Los intelectuales son aquellos que viven en el mundo de
las ideas, son los soldados de las batallas culturales, son los que destacan no
con lo que hacen con sus manos sino lo que hacen con sus cabezas en función de
dirigir culturalmente la sociedad. Las balas de los intelectuales no son de
plomo, no son siquiera tangibles, las balas de los intelectuales son sus
propias ideas”. (El subrayado es nuestro)
Esto explica por qué la insistencia del
socialismo de conformar grupos intelectuales que les construyeran un relato.
Fermín de Musquilda
*Web "Prensa Republicana", 25-XII-2018, PDN Club Español
*Web "Prensa Republicana", 25-XII-2018, PDN Club Español
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