NOVEDAD
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ESPUÉS del espléndido
libro Requetés, pletórico de fotografías y testimonios de combatientes, publicado en abril de 2011, sus dos autores, curtidos en la
seriedad de la Historia y el cuidado editorial, nos presentan un nuevo libro
titulado La cámara en el macuto. Fotógrafos y combatientes en la guerra civil española -mejor Cruzada-, que
reúne más de 950 imágenes en gran parte inéditas insertas un total de 524 páginas.
Los autores del libro son
el dr. Pablo Larraz Andía y don Víctor Sierra-Sesúmaga. La editorial La Esfera
de los Libros ofrece un volumen de gran tamaño -215 x 305 cm-, con un peso
mayor de lo habitual debido al buen papel utilizado y a las tapas gruesas de la encuadernación. El precio es de 39,90
euros, nada gravoso para un producto editorial de semejante calidad. Además, el
momento de los obsequios a familiares y amigos lo hace todavía más
asequible.
Los autores de las
fotografías son ocho voluntarios carlistas que, desde su
pasión por la imagen tomada con su cámara -que no eran como las de hoy y menos
aún digitales- y desde su sagrada obligación de luchar en combate en calidad de
Cruzada, fotografiaron numerosas escenas del frente de batalla y las
vanguardias.
Las fotografías son muy
variadas en el tema, la composición y técnica. Sus autores son, según orden
alfabético, Nicolás Ardanaz, Martín Gastañazatorre, José
González de Heredia, Julio Guelbenzu, Germán Raguán, Sebastián
Taberna, y la conocida margarita Lola Baleztena —tía Lola para
muchos— .
Las fotografías son de una
gran calidad, en gran parte inéditas, y les acompañan diferentes cartas y
diarios de guerra para profundizar y ofrecer una perspectiva muy personal y directa. Las
imágenes transmiten la paz que se oculta en las guerras, y la serenidad del espíritu de los combatientes.
La Fundación Ignacio de
Larramendi presentó éste libro en Madrid, el pasado jueves 29
de noviembre de 2018. Lo hizo en el auditorio de la Fundación MAPFRE
ubicado en el Paseo de Recoletos. Muchos no pudimos acudir debido a la
distancia y al día de la presentación.
A esta juventud, a esta
madurez y a las tres generaciones, a los 4.704 muertos en combate, la Diputación Foral de Navarra dedicó el
Monumento de Navarra a sus muertos en la
Cruzada.
Por parte de algunos, se
ha llegado hoy a un grado de saturación y revancha con la que pretenden embadurnar y
envilecer el heroísmo de los 4.704 navarros muertos en combate, parte de los 42.937 navarros que partieron a luchar al
frente.
No se mezcle esta realidad y heroísmo con horrores de retaguardia de otros, enérgicamente rechazados por el jefe regional
carlista Baleztena, por mons. Olaechea, y por diferentes Bandos militares en
Navarra, retaguardia que muy desgraciadamente, con diferentes formas y números, motivos o pretextos, agentes y
momentos, hubo en la Vizcaya y Guipúzcoa "rojas", y en tantísimos otros lugares de España. Lo que está mal lo está siempre. Como
suele decirse: a cada cuál lo suyo y que cada palo aguante su vela. Como memorialistas
no queremos que en la vida cotidiana de 2019 resuene más lo que España fue de camposanto hace ya ocho décadas. Por algo será, pero muchos de los que pueden hacer reclamaciones -en algunos casos incluso múltiples- no las hacen.
R. de A.
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