26 de octubre
2016. En “Navarra Confidencial”
aparece esta Nota de la HCVC relativa a las declaraciones de Asirón:
La
Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz, pone en conocimiento del
público en general, que en el expediente Administrativo del Ayuntamiento de
Pamplona denominado: de Clausura del Cementerio situado en el Monumento a los
Caídos, se recoge la siguiente información.
Se dice en el Dossier por la sociedad de
estudios e iniciativas ITURRALDE – azterlan eta Ekimenetarako Elkartea – a la
que encargó el ayuntamiento la investigación en noviembre del 2015, que el
objetivo, era recabar información para localizar y hablar con los familiares
para sondear su posición. Para establecer estos contactos se apoyó en grupos
memorialistas a los que agradece su colaboración.
Pues bien, nadie contactó a pesar de lo dicho
con la familia de los Hermanos Aznar.
Dice en su parte final, el informe al que
aludimos: Por lo
demás, no hay rastro de esta familia en la zona. Nadie. De este modo nos
sugieren que la decisión, en lo que concierne a estos dos personajes
corresponde al Arzobispado. O no. Quizá sencillamente al ayuntamiento.
Juzgará el lector el rigor y respeto mostrado
en su contenido.
Pues bien, acompañamos la carta enviada al
Obispado por la sobrina mayor de los hermanos Aznar Zozaya. En cuya sepultura
reza la inscripción: “Hermanos en vida y en muerte”.
Y que viene a significar lo siguiente:
Los
hermanos Joaquín y Dimas Aznar Zozaya, de 22 y 21 años de edad, eran labradores,
naturales de Javier. Salieron voluntarios al frente. El primero murió en
Levante, el 2 de julio de 1938, siendo alférez por méritos de guerra. Al
funeral de su hermano en Javier asistió su hermano Dimas, y realizó un
comentario “quizá la próxima vez que vuelva al pueblo sea en un ataúd como el
de Joaquín”, pese a lo cual tuvo el valor de volver al frente. Y tristemente
así ocurrió. Dimas falleció el 14 de mayo del mismo año, en el frente de
Alfambra, por heridas de metralla que le desgarraron el abdomen, siendo
sargento igualmente por méritos de guerra. Ambos fueron enterrados en el
cementerio de Javier. Entre 1957 y 1958 llegó una propuesta de la Diputación
Foral de Navarra, en la que ofrecían a sus padres trasladar los restos mortales
de sus hijos a reposaren la cripta del Monumento en representación de los miles
de voluntarios de la Merindad de Sangüesa. La respuesta no fue inmediata, ya
que suponía tener los restos de sus hijos lejos de su pueblo, lo que
dificultaba visitarles y rezar ante sus tumbas, pero finalmente valoraron más
el deseo que los propios fallecidos hubieran tenido y el honor que suponía el
ofrecimiento, por lo que aceptaron con orgullo su traslado, que finalmente se
produjo en el verano de 1961.
La memoria histórica anida en el seno de cada
familia y debe respetarse para todos.
Por la HCVC Su Cronista –
Secretario
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