Contradicción al descubierto
Si ya no están los restos del general Emilio Mola Vidal en la cripta del Monumento de Navarra a sus Muertos en la Cruzada, porque sus familiares se han apresurado a extraerlos hartos de avasallamiento y rencor, suposiciones y extrapolación de lo que consideran historia,... ¿a qué siguen arremetiendo contra los restos mortales del general pamplonés José Sanjurjo Sacanell y de los seis voluntarios del pueblo llano navarro?
¿Por qué siguen arremetiendo a lo TALIBÁN contra el monumento de Navarra, en el que desde el comienzo los hipócritas permitieron una gravísima ofensa sacrílega para los católicos que la magistratura civil paradójica y contradictoriamente -qué más da- tolera y ampara hoy?
Pero ya se descubre así el pastel o intención. No les importaba mucho el general Mola; lo que les importa realmente es echar tierra y tirar piedras contra lo que muchos españoles y gran parte de los navarros hicieron en 1936: actuar al modo de los zapatistas y sobre todo los cristeros mejicanos, esto es, sublevarse contra la opresión y el estalinismo a las puertas. No caeremos en la trampa de recurrir al pasado, aunque sí recordemos la revolución de Cataluña y Asturias en 1934 contra el Gobierno salido de las urnas.
¿Por qué quieren imponer ellos su discurso y opinión hoy día? Mañana lo diremos. Tengan enhorabuena su opinión -así dicen algunos- pero dejen a los demás en paz.
Pero, claro, eso no: lo que desean es tapar cuanto antes los crímenes de ETA, amansada sólo si coge un poder que nunca va a querer soltar. Para saltarse la ley, para mover a sus aliados, y realizar su Revolución desde arriba. Lo penoso es que la legalidad del Liberalismo -agudizada seguramente por inconfesables pactos con ETA- no sirve para plantarles cara.
Sí, ni les interesaba verdaderamente Mola, ni tampoco los penosamente represaliados de ambos bandos, ni les interesa el monumento -salvo el derribarlo a lo TALIBÁN, que tienen la maquinaria preparada-... sólo les interesa su utopía o Revolución. No habría utopía separatista sin la utopía marxista, que utiliza la "nación mental" para su propia revolución -su esquema revolucionario-, desde luego que ya no proletaria.
Ramón de Argonz
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